El pasado 2 de abril, el gobierno de Estados Unidos anunció un paquete de aranceles generalizados que ha generado uno de los cambios más bruscos en el sistema comercial internacional desde la firma del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio de 1947. Con este movimiento, el arancel promedio efectivo estadounidense subió al 22.5%, el nivel más alto desde 1909, generando señales preocupantes de ruptura con la cooperación global.
Las repercusiones fueron inmediatas: los mercados bursátiles en Estados Unidos perdieron 5.4 billones de dólares en apenas dos días, el petróleo cayó a su precio más bajo en cuatro años, el dólar tocó mínimos no vistos en tres años y Goldman Sachs elevó la probabilidad de una recesión en EE.UU. al 45%. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó sobre un riesgo severo para las perspectivas económicas globales.
El mercado de bonos también reaccionó con desconcierto, y el panorama de incertidumbre afectó incluso a los bancos centrales. El Banco Central Europeo evalúa recortes de tasas de interés como medida preventiva, mientras que la Reserva Federal de EE.UU. mantiene cautela, pese a las previsiones de pérdida de hasta 740 mil empleos en la próxima década.
Una semana después del anuncio, el gobierno de EE.UU. suspendió temporalmente algunos de los aranceles por 90 días. Sin embargo, los aranceles sobre China aumentaron hasta un acumulado del 145%, a lo que el país asiático respondió con medidas recíprocas. Otras exenciones selectivas solo generaron mayor confusión entre analistas y mercados.
En Estados Unidos, diversos legisladores incluso del propio partido del presidente Trump han intentado limitar el alcance de los nuevos gravámenes, proponiendo darle mayor poder de supervisión al Congreso. Organizaciones legales han iniciado procesos para cuestionar la legalidad de los aranceles sobre importaciones chinas. Mientras tanto, encuestas revelan que la mayoría de los votantes perciben que estas medidas dañarán la economía a corto plazo.
La reacción internacional ha sido variada. Canadá impuso un arancel del 25% como respuesta, calificando las medidas estadounidenses de “injustificadas e injustas”. La Unión Europea, por su parte, optó por una mezcla de diplomacia y presión, suspendiendo algunos de sus propios aranceles y acercándose a acuerdos estratégicos, como uno con India. Se baraja incluso una cumbre comercial con China.
Los países más pequeños podrían ser los más afectados. Las economías en desarrollo enfrentan un golpe potencialmente duradero, ya que los aranceles no solo dificultan sus exportaciones, sino que además afectan las condiciones financieras globales. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) explora una estrategia de integración regional para hacer frente al impacto desigual de los aranceles estadounidenses, que en su caso alcanzan hasta un 49%.
En este contexto, las instituciones financieras internacionales observan con preocupación. La directora del FMI, Kristalina Georgieva, presentará nuevas perspectivas económicas el 17 de abril durante las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial, en medio de un panorama global caracterizado por tensiones comerciales, inflación y estancamiento económico.
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