Cada 8 de marzo, el mundo recuerda la lucha de las mujeres por sus derechos fundamentales, incluyendo el acceso a una vida libre de violencia y equidad en oportunidades económicas. En México, la situación laboral y financiera de las mujeres sigue presentando brechas significativas en comparación con la de los hombres, lo que limita su autonomía y bienestar.
Uno de los principales indicadores de esta desigualdad es la participación de las mujeres en el mercado laboral. Al cierre de 2024, la tasa de participación femenina en el trabajo remunerado fue del 46.1%, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi. Esto significa que solo la mitad de las mujeres en edad laboral tienen un empleo formal, en contraste con el 77% de los hombres. La desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidados sigue siendo uno de los principales factores que obstaculizan su incorporación laboral.
Además, la participación de las mujeres en el mercado laboral varía según la región. En estados con mejores condiciones económicas, como Baja California Sur, Colima y la Ciudad de México, la tasa de empleo femenino es más alta. En contraste, entidades con mayor pobreza, como Chiapas, presentan tasas considerablemente bajas. Estas diferencias reflejan desigualdades estructurales que requieren atención política y social.
Otro aspecto crucial es el trabajo doméstico y de cuidados, que sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Aunque estas actividades no remuneradas son esenciales para la economía, no reciben reconocimiento formal. Según la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, en 2023 el valor de este trabajo equivalía al 26% del PIB nacional. Si se remunerara, cada mujer recibiría en promedio 7,247 pesos al mes.
En cuanto al emprendimiento, las mujeres muestran un alto nivel de iniciativa, pero enfrentan barreras para consolidar sus negocios. Mientras que representan el 43% de los trabajadores independientes, solo el 24% logra expandir sus emprendimientos hasta emplear a otras personas. La falta de acceso a crédito, información y redes de apoyo limitan su crecimiento económico.
Las condiciones económicas también impactan en la pobreza de las mujeres. Datos del Coneval indican que al cierre de 2022, el 36% de ellas se encontraba en algún grado de pobreza. Aunque esta cifra ha disminuido en los últimos años, sigue siendo un problema alarmante que limita su acceso a una vida digna.
Este 8 de marzo, más allá de la conmemoración, es un momento para reflexionar sobre los desafíos que las mujeres enfrentan en el ámbito económico y social. La equidad de género en el trabajo y el reconocimiento de las labores de cuidados son claves para lograr una sociedad más justa e inclusiva.
Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en La jornada. Para leer la nota original, visita: #8M 2025: 5 gráficos sobre las mujeres y la economía en México
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