Durante la primera mitad de 2024, México experimentó una caída en las ventas minoristas en 11 de sus 32 estados, lo que ha encendido las alarmas en la economía del país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los ingresos por suministro de bienes y servicios del comercio al por menor disminuyeron un 0.05% anual a nivel nacional. Este descenso, el primero registrado desde 2020, se debe principalmente a las contracciones en las economías más importantes del país, que juegan un papel crucial en el Producto Interno Bruto (PIB). El consumo privado, que representa el 68,6% del PIB, se ha visto afectado por factores como la inflación, el aumento en las tasas de interés y la reducción en el poder adquisitivo.
El impacto de esta caída se siente especialmente en estados como Guerrero, que reportó la mayor disminución con un 14,47% en ventas minoristas durante el primer semestre del año. Otros estados clave, como Ciudad de México y Estado de México, también registraron descensos del 0,73% y 2,85% respectivamente. Estas regiones, afectadas por altos niveles de inflación y costos de financiamiento, reflejan una tendencia preocupante que podría indicar un enfriamiento del consumo a nivel nacional. Adicionalmente, estados de la frontera norte como Coahuila y Chihuahua también mostraron caídas, afectando aún más a la economía debido a su naturaleza binacional y su sensibilidad a la volatilidad cambiaria.
A pesar de estos retos, algunos estados lograron crecer en sus ventas minoristas, como Hidalgo, que lideró con un aumento del 5,66%, seguido por Aguascalientes y Querétaro con crecimientos del 4,58% y 3,99%, respectivamente. No obstante, las proyecciones para la segunda mitad del año no son optimistas. Según el grupo financiero Ve por Más (BX+), se espera que el consumo privado continúe enfrentando desafíos, debido a la persistente inflación y a las altas tasas de interés, lo que limitará el acceso al financiamiento y afectará la confianza del consumidor. La desaceleración económica en Estados Unidos también podría limitar el crecimiento de las remesas, aunque estas podrían beneficiarse de una depreciación cambiaria en pesos.