La crisis económica en Cuba ha tenido un efecto paralizante en el mercado informal de divisas, según el Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi). A pesar de la intensa actividad en redes sociales y plataformas como Telegram, el número de transacciones ha disminuido drásticamente, con una contracción de más del 50% en septiembre y 25% en octubre. Esto ha contribuido a la inesperada estabilidad de la tasa de cambio, que desde agosto fluctúa levemente, situándose actualmente en 328 pesos por dólar.
El economista Pavel Vidal señala que esta estabilidad refleja una combinación de factores negativos, incluida la menor afluencia de turistas, la reducción de importaciones y el declive general de la economía. Además, los márgenes de ganancia para los vendedores de divisas se han reducido considerablemente, a 1.65% para el dólar y 1.49% para el euro, lo que desincentiva aún más las operaciones.
Impacto de la crisis eléctrica y el turismo
La falta de inversión en el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) ha exacerbado la situación, con apagones constantes que afectan gravemente la producción. Vidal subraya que el deterioro del SEN, combinado con la reducción en los envíos de crudo desde Venezuela, ha dejado a Cuba en una posición económica y financiera precaria. Esto se suma a la caída del turismo, agravada por el paso de los ciclones Rafael y Oscar, que dañaron zonas clave y afectaron eventos como la Feria Internacional de La Habana.
Perspectivas económicas inciertas
El OMFi anticipa que las tasas de cambio se mantendrán dentro de un rango estrecho en noviembre, entre 319 y 335 pesos por dólar, aunque persisten incertidumbres. La situación podría complicarse con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, lo que podría implicar un refuerzo de sanciones económicas contra Cuba.
Vidal concluye que, mientras no se implementen reformas estructurales significativas ni se diversifiquen los ingresos, el panorama seguirá siendo sombrío. La reciente regulación del comercio exterior privado es una señal positiva, pero insuficiente para revertir los efectos devastadores de años de desinversión y desequilibrios estructurales.
