Uno de los grandes desafíos del sistema financiero en México es mejorar la gestión de las finanzas personales. Para enfrentar este reto, es esencial que la cultura de la educación financiera se promueva desde los primeros años de vida, brindando a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para administrar correctamente sus recursos.
Actualmente, únicamente el 20% de la población mexicana cuenta con conocimientos financieros elementales, lo que refleja la urgencia de implementar estrategias educativas que fomenten la comprensión del manejo del dinero desde temprana edad.
Expertos en el tema coinciden en que niños y niñas pueden comenzar a aprender sobre finanzas desde los tres años. Existen dinámicas y métodos didácticos adaptados a cada etapa del desarrollo, que permiten introducir conceptos como el ahorro, el valor del dinero y la toma de decisiones responsables.
Instituciones como el Banco de México (Banxico) y la Condusef han desarrollado materiales educativos específicos para la infancia. Estos recursos, disponibles gratuitamente en sus plataformas digitales, están diseñados para fomentar hábitos financieros sanos mediante juegos, historietas y actividades interactivas.
La idea no es formar expertos desde pequeños, sino construir una base sólida que les permita, a lo largo de su vida, tomar decisiones más informadas, evitar endeudamientos innecesarios y alcanzar una mayor estabilidad económica.
Además, fomentar la educación financiera desde la infancia tiene un impacto social positivo, ya que contribuye a disminuir la desigualdad, fortalece la economía doméstica y reduce la vulnerabilidad ante crisis económicas personales o familiares.
En un país donde gran parte de la población carece de formación financiera, comenzar con los más jóvenes no es solo una buena idea, sino una necesidad urgente. Invertir en conocimiento desde la infancia podría ser el primer paso para una generación más consciente, preparada y próspera.
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