El papa Francisco, líder espiritual y jefe de Estado del Vaticano, libró una batalla interna con altos cardenales en un intento por frenar una crisis financiera que amenaza la estabilidad del Estado más pequeño del mundo. A pesar de contar con una vasta fortuna distribuida en más de 5,000 propiedades, inversiones bursátiles y donaciones constantes, el Vaticano enfrenta un déficit que podría superar los 87 millones de dólares.
Días antes de ser hospitalizado por una neumonía doble, Francisco ordenó la creación de una nueva comisión con el objetivo de reforzar las donaciones hacia la Santa Sede. Esta medida fue la última de una serie de decisiones que incluyeron recortes salariales a los cardenales —tres desde 2021— y una agenda ambiciosa que busca llegar a un “déficit cero” para 2024. Sin embargo, estas reformas provocaron tensiones con el ala conservadora del clero, que se opone tanto a los recortes como a la búsqueda de financiamiento externo.
El Vaticano, con apenas 760 habitantes, tiene una economía compleja sustentada principalmente en tres fuentes de ingreso: las donaciones canalizadas a través del fondo oficial del papa, las inversiones en mercados financieros, y las ganancias generadas por su inmenso portafolio inmobiliario. Además, una fuente significativa de ingreso proviene del turismo, particularmente de las entradas a los Museos Vaticanos.
En 2023, el Vaticano reportó ingresos por 48 millones de dólares en inversiones, de los cuales 35 millones se derivaron del arrendamiento de propiedades. Su portafolio está compuesto por más de 5,000 inmuebles, con el 92% de ellos ubicados en Roma. También posee activos en ciudades clave como Londres, París y Ginebra. Las donaciones se han mantenido estables en torno a los 48 millones de dólares anuales, aunque llegaron a picos de 77 millones en 2018 y 66 millones en 2019.
Durante la pandemia de COVID-19, los museos vaticanos sufrieron una caída drástica en visitas y, por lo tanto, en ingresos. No obstante, en 2023 se registró una notable recuperación del turismo, lo cual prepara el terreno para lo que podría ser un año récord en 2025. Ese año marcará el Jubileo o Año Santo Católico, para el cual se esperan 32 millones de peregrinos.
A pesar de los ingresos provenientes de las entradas a los museos, que cuestan al menos 24 dólares por persona, estos fondos no alcanzan para cubrir el déficit estructural del Vaticano. Una parte importante de estos recursos se destina al mantenimiento de las instalaciones, el pago al personal y los costos logísticos de las exhibiciones.
El manejo financiero del Vaticano recae sobre dos entidades clave: el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el «Banco del Vaticano», y la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa). Mientras el IOR se ocupa de funciones internas y recientemente fue integrado al sistema europeo de pagos, la Apsa actúa como un banco central, gestionando bienes y fondos soberanos, así como el grueso de los activos inmobiliarios.
Nota original, visita: Cómo funcionan las finanzas del Vaticano, el país más pequeño del mundo
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