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Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en conjunto con el Banco de México, publicaron los resultados de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO) de julio de 2024. Este índice, que mide la percepción de los consumidores sobre su situación económica actual y sus expectativas para el futuro, nos deja ver que si bien, como es de esperarce, hay esperanza a futuro, aún las cosas no están muy bien que digamos.
Con un Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) que se sitúa en 46.9 puntos, lo primero que destaca es la caída mensual de 0.4 puntos. Aunque la reducción puede parecer mínima, es una señal preocupante cuando se analizan los cinco componentes del índice: tres se mantienen en terreno de confianza, pero dos, incluyendo la percepción actual de la situación económica del país, caen en territorio de desconfianza.
- Situación económica en el momento actual de los miembros del hogar comparada con la de hace 12 meses: Este componente se ubicó en 52.1 puntos, un terreno aún positivo pero con una disminución de 0.3 puntos respecto al mes anterior.
- Situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses: Aunque se mantiene en un nivel de confianza con 58.1 puntos (el más alto de los cinco), también experimentó una baja de 0.4 puntos.
- Situación económica del país hoy en día, comparada con la de hace 12 meses: Aquí es donde la desconfianza se hace evidente, con una puntuación de 43.4 puntos, una caída de 0.4 puntos respecto al mes anterior.
- Situación económica del país esperada dentro de 12 meses: Este componente refleja una ligera esperanza, con 51.1 puntos, pero también se observa una disminución de 0.7 puntos.
- Posibilidades actuales para realizar compras de bienes duraderos: El indicador más alarmante, con solo 30 puntos (el más bajo de los cinco), revela un claro sentimiento de desconfianza que ha caído en 0.3 puntos.
El análisis de estos resultados muestra que, aunque tres de los cinco componentes se encuentran en terrenos de confianza, la tendencia general es hacia la baja, lo que sitúa al ICC en un terreno de desconfianza. Esto no debería sorprendernos si consideramos que las percepciones económicas están profundamente influenciadas por la realidad diaria que enfrentan los consumidores: inseguridad en el empleo, inestabilidad en los precios, y, sobre todo, una profunda desconfianza en las instituciones encargadas de garantizar el bienestar social.
Uno de los aspectos más críticos que afecta la confianza del consumidor es la percepción sobre el sistema de salud en México. Lejos de las promesas de un sistema de salud similar o mejor al de Dinamarca, la realidad ha demostrado que estamos a años luz de ese ideal. Las promesas incumplidas y las deficiencias evidentes en el sector salud no solo afectan a quienes necesitan atención médica, sino que generan un clima de inseguridad generalizada. Esta inseguridad se traduce en una percepción negativa sobre la capacidad del gobierno para manejar otros aspectos clave de la economía.
Otro factor crucial es la manipulación de la percepción por parte del gobierno de la llamada 4T, que ha hecho de la narrativa un instrumento de control político. Aunque el gobierno se jacta de tener el apoyo del «pueblo bueno y sabio», la realidad es que la confianza se está desmoronando a medida que se acumulan las promesas rotas y las expectativas no cumplidas. La sabiduría popular dice que «segundas partes nunca fueron buenas», y en este caso, la primera parte de la 4T ha dejado mucho que desear.
Este indicador, no es solo una cifra. Es un termómetro de la percepción pública sobre el estado de la economía y, por extensión, sobre la efectividad del gobierno en turno. Ignorar esta percepción sería un grave error. Después de todo, las percepciones pueden ser subjetivas, pero tienen el poder de influir en la realidad económica de manera decisiva.
Con la transición en el horizonte, queda en manos del próximo gobierno diferenciarse claramente de lo que ha sido la 4T hasta ahora. Aún quedan muchos nombramientos por hacer en el gabinete, y es crucial que estos reflejen una verdadera voluntad de cambio. De lo contrario, lo único que se puede esperar es una administración gris, sin personalidad, y con poco carisma; un gobierno que encaje perfectamente en la visión de continuidad sin cambio que muchos temen.
Así, así el segundo acto de los tiempos estelares de la 4T.