El Gobierno de Francia, encabezado por el primer ministro Michel Barnier, ha presentado unos presupuestos que tienen como objetivo cambiar la forma en que se emplea el gasto público. Con este plan, el Ejecutivo espera ahorrar 60.000 millones de euros mediante recortes de gastos y subidas de impuestos temporales a grandes empresas y fortunas.
El ministro de Economía y Finanzas, Antoine Armand, y el ministro encargado del Presupuesto, Laurent Saint-Martin, han destacado que este esfuerzo es «urgente y necesario» para estabilizar la deuda pública y preservar las condiciones de financiación del país. El presupuesto prevé un objetivo de déficit del 5% del PIB para 2025, lo que marcaría una tendencia diferente a la de los últimos años.
A pesar de la defensa del Gobierno, el Consejo de Finanzas Públicas ha calificado las previsiones como «frágiles», señalando el optimismo del escenario macroeconómico en el que se basan. El presidente del HCFP, Pierre Moscovici, ha advertido que cerrar con un déficit superior al 6% del PIB sería «un desliz espectacular».