La Cámara de Representantes de Estados Unidos dio luz verde al plan fiscal impulsado por el presidente Donald Trump, que contempla la implementación de un gravamen del 3.5% a las remesas que los ciudadanos estadounidenses envían a otros países. Este avance representa un paso importante, pero el proyecto aún debe ser analizado y aprobado por el Senado.
De concretarse esta iniciativa, se prevé que el gobierno estadounidense obtenga ingresos adicionales considerables provenientes de este nuevo impuesto. México, uno de los principales beneficiarios de remesas a nivel mundial, recibió en 2024 más de 64 mil millones de dólares por esta vía, por lo que se anticipan impactos económicos relevantes para ese país.
Especialistas en economía y finanzas han señalado que esta medida podría provocar un aumento en el uso de canales no oficiales para el envío de dinero, debido a que algunos usuarios buscarían evitar el pago del impuesto. Esta situación podría abrir espacio para actividades ilícitas y complicar el control del flujo de remesas.
El tema ha generado preocupación entre distintos sectores, ya que las remesas representan una fuente vital de ingresos para muchas familias en países en desarrollo. La discusión en el Senado definirá el futuro de esta propuesta fiscal y sus posibles repercusiones a nivel internacional.
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