Las Vegas, una ciudad reconocida por su vibrante energía y atractivo turístico, enfrenta una devastadora crisis de vivienda que ha convertido el sueño americano en una pesadilla para muchas familias. Graciela y Juan José Nevárez, quienes emigraron de México hace casi 40 años en busca de una vida mejor, han visto cómo su esperanza de ser propietarios se desvanece tras la Gran Recesión de 2008-09. Después de perder sus hogares y enfrentar un mercado inmobiliario cada vez más inaccesible, la pareja ha quedado atrapada en un ciclo de alquiler en North Las Vegas, con pocas posibilidades de recuperar lo perdido.
La pandemia del COVID-19 intensificó la ya preocupante situación de la vivienda en Las Vegas, impulsando los precios a niveles insostenibles para la clase trabajadora. David Damore, director ejecutivo de The Lincy Institute y Brookings Mountain West, señala que la pandemia «sobrecargó» el problema de la vivienda, transformándolo en una crisis urgente. Con tasas hipotecarias que rondan el 7% y una demanda implacable, muchos residentes se encuentran gastando más de lo que pueden permitirse en un mercado donde la estabilidad financiera parece inalcanzable.
La situación es aún más compleja debido a la escasez de tierras urbanizables en el valle de Las Vegas, controladas en gran medida por el gobierno federal. A pesar de los esfuerzos del gobernador de Nevada, Joe Lombardo, para liberar tierras y reducir la burocracia, el déficit de al menos 75 mil viviendas asequibles sigue siendo un desafío monumental. Lombardo ha subrayado la necesidad de una acción inmediata para evitar que más habitantes de Las Vegas sean desplazados o se enfrenten a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna.
Para la familia Nevárez, y muchos otros en situaciones similares, el sueño de ser propietarios se ha desvanecido, dejando en su lugar una devastadora realidad. Con ingresos limitados y requisitos de pago inicial que superan sus posibilidades, los Nevárez se han resignado a la idea de ser inquilinos permanentes. «No queremos una casa de lujo», afirma Graciela Nevárez. «Solo queremos un lugar al que podamos llamar nuestro». Su historia es un testimonio poderoso de la crisis de vivienda que afecta a Las Vegas y a todo Estados Unidos, donde el acceso a una vivienda asequible se ha convertido en uno de los desafíos más críticos y devastadores del país.
