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La herencia del “Humanismo mexicano”

Es fácil regalar cuando tienes la chequera, difícil es rendir cuentas cuando ya no hay con qué pagar...

Publicado originalmente en:

Hace algunos días, el próximo inquilino de Palenque dijo: «Por eso es que salimos adelante, estamos entregando buenas cuentas y nadie debe de decir que le fue mal en lo económico. Las diferencias que tienen algunos con nosotros es fundamentalmente por razones de índole política o ideológica, porque ellos tienen un pensamiento muy conservador, pero lo que no pueden decir es que está muy mal la economía.» En su discurso, hay una persistente ilusión en la que se respalda con “otros datos”. Pero, Andrés, déjame decirte que tu modelo económico, al que llamas «humanismo mexicano», ha dejado un gran problema económico, uno que evidentemente no entiendes, ni espero que lo hagas.

Un análisis reciente de México, ¿Cómo Vamos? plantea que la «corcholata mayor» hereda un país donde el principal desafío será aumentar la prosperidad de las familias. Esto implica un mayor desarrollo económico que necesita empleos de calidad, acceso a servicios de salud y educación, mayor seguridad pública y conectividad. Sin embargo, las diferencias entre el gobierno del tabasqueño y la futura «pseudo emperatriz» son abismales. Mientras el primero tuvo a su disposición una gran cantidad de recursos para gastar sin restricciones, el próximo gobierno enfrentará una economía debilitada y deberá buscar desesperadamente la participación del sector privado. Este reto no será sencillo, sobre todo después de los ataques y la falta de confianza generada por los múltiples improperios lanzados desde Palacio Nacional.

Para que el sector privado invierta, es crucial contar con instituciones reguladoras fuertes y confiables, algo que ha sido menospreciado durante los últimos seis años. La rendición de cuentas ha sido una piedra en el zapato tanto para el gobierno actual como para su máximo dirigente. Las reformas recientes, en lugar de fortalecer las instituciones, han creado una atmósfera de incertidumbre que impacta directamente en las previsiones de crecimiento para 2025. No se ha capitalizado adecuadamente el nearshoring para impulsar el crecimiento nacional y la falta de certidumbre económica sigue siendo una barrera importante.

El PIB per cápita de México se mantiene prácticamente al nivel de 2017, lo que refleja un estancamiento en el crecimiento. Según los datos más recientes, más de la mitad de la población ocupada (54.3%) se encuentra en el sector informal. Dentro de este grupo, el 28.1% trabaja en condiciones de vulnerabilidad, sin seguridad social, y el 13.4% está en empresas o en el gobierno en las mismas condiciones. El sector agropecuario y el trabajo doméstico, que emplean al 12.7% de la población, son donde se observan los ingresos más bajos y precarios.

A lo largo del sexenio, López Obrador ha generado apenas 1.9 millones de nuevos empleos registrados en el IMSS, muy lejos de los 7.2 millones necesarios para mantener el ritmo de crecimiento demográfico. Este déficit de 5.3 millones de empleos es un golpe severo para una economía que requiere mayor dinamismo. El resultado: más de 45 millones de mexicanos, lo que representa un tercio de la población, se encuentran en pobreza laboral, con ingresos insuficientes para adquirir la canasta alimentaria.

El crecimiento promedio anual de la administración de López Obrador fue de apenas 1%, un resultado que incluso él mismo siendo oposición habría calificado como de «mediocre» como lo hizo con crecimientos promedio del 2% de sus antescesores. En comparación con administraciones anteriores, solo supera al sexenio de Miguel de la Madrid, y queda muy por debajo del crecimiento observado durante las crisis de Zedillo (20.6%) o incluso Calderón (7.6%).

Pero en lugar de atender estos problemas, el futuro morador de Palenque y la futura pseudo emperatriz prefieren desviar la atención con pleitos históricos y batallas ideológicas, como exigir disculpas a España por la Conquista. Sería más prudente que pidieran perdón por las muertes durante la pandemia o por los niños con cáncer que no recibieron medicamentos. Estos temas, convenientemente, parecen haber sido borrados de la memoria de la actual administración.

La herencia que recibe el próximo gobierno es una mezcla de crisis económicas no resueltas y una desconfianza creciente hacia las instituciones. Y aunque se sigan inventando «otros datos», el saldo final es claro: México no está mejor que hace seis años.

Así, así el inicio del segundo acto de los tiempos estelares de la transformación de cuarta.