El inicio del papado de León XIV, antes conocido como Robert Francis Prevost, ha generado expectativas no solo en el ámbito espiritual, sino también en el económico. Mientras se debaten temas internos de la Iglesia como el papel de la mujer, los matrimonios homosexuales y el celibato, el Vaticano carga con un severo desajuste financiero que representa uno de los principales desafíos para el nuevo líder religioso.
Durante los últimos años, bajo el pontificado de Francisco I, el déficit presupuestario del Vaticano ha aumentado. En 2023, alcanzó los 83 millones de euros, impulsado por una caída en las donaciones y un fondo de pensiones con una deuda estimada de hasta 1,500 millones de euros. A pesar de contar con una vasta riqueza en propiedades, arte e inversiones, los ingresos constantes del Vaticano siguen dependiendo de aportaciones externas, entradas a museos y el rendimiento de su cartera.
Una parte crucial del sostenimiento económico del Vaticano recae en Estados Unidos, el mayor donante de la Iglesia católica a nivel global. En 2023, los fieles y diócesis estadounidenses contribuyeron con 13.6 millones de euros, representando el 28% del total recaudado por el Óbolo de San Pedro. Este flujo económico es vital, considerando que los gastos superan con creces los ingresos, y que las donaciones han disminuido respecto a años anteriores.
León XIV, nacido en Chicago, tiene la ventaja de conocer de cerca la realidad y mentalidad de la Iglesia estadounidense. Este vínculo podría ser clave para fortalecer la recaudación de fondos, mejorar la transparencia financiera y reparar las relaciones con sectores conservadores del clero norteamericano, tensadas durante el papado anterior. Sin embargo, lograr un equilibrio financiero sostenible será un proceso complejo que requerirá reformas internas y diplomacia internacional.
Consulta la nota original en: Las finanzas de la Iglesia son un desastre: la elección del primer Papa estadounidense no tiene nada de casual en ello
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