Es cierto que los seguros de vida pueden tener un costo más elevado para las mujeres, especialmente cuando incluyen coberturas adicionales específicas para ellas. Según la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), la prima promedio para mujeres jóvenes en edad productiva es significativamente más alta en comparación con sus contrapartes masculinas. Este fenómeno se debe a varios factores que influyen en la determinación de las primas de los seguros.
Uno de los principales factores es la inclusión de coberturas específicas para condiciones de salud o situaciones que afectan predominantemente a las mujeres, como el cáncer de mama, cáncer de ovario, o circunstancias como el viudedad o divorcio. Estas coberturas adicionales, aunque incrementan el costo del seguro, están diseñadas para proporcionar una protección más completa y adaptada a las necesidades particulares de las mujeres.
Otro factor importante es la mayor esperanza de vida de las mujeres en comparación con los hombres. Esto puede llevar a que las primas sean más elevadas para las mujeres, dado que la compañía de seguros asume un compromiso financiero a más largo plazo. Aunque esto puede parecer contradictorio, dado que una mayor esperanza de vida podría implicar un menor riesgo de muerte prematura, también significa un periodo más prolongado durante el cual la aseguradora podría tener que cubrir otros tipos de reclamaciones relacionadas con la salud.
Además, está el tema de la discriminación de género en el sector asegurador. La CNSF ha reconocido que en algunos casos, las diferencias en las primas entre hombres y mujeres podrían estar influidas por prácticas discriminatorias, lo que plantea cuestiones éticas y legales que necesitan ser abordadas para asegurar la equidad en el acceso a los seguros.
En términos de percepción pública, una proporción mayor de mujeres en México considera que los seguros son demasiado caros en comparación con los hombres, lo que puede limitar su capacidad o voluntad de adquirir una póliza. Este es un desafío considerable para la inclusión financiera y la protección financiera de las mujeres, especialmente aquellas en situaciones vulnerables.
Estos elementos juntos destacan la necesidad de una regulación cuidadosa y considerada, diseñada para equilibrar la necesidad de coberturas adecuadas y accesibles con el objetivo de evitar prácticas discriminatorias y asegurar que los productos de seguro sean justos y accesibles para todos.
Con información de El Economista | Nota original