El gobierno de Claudia Sheinbaum ha presentado el Plan México, una propuesta que busca transformar la estrategia de desarrollo económico del país mediante el regreso de la política industrial. Esta iniciativa implica una participación más activa del Estado en sectores estratégicos, marcando un contraste con el enfoque predominante en décadas recientes, que priorizaba un papel limitado del gobierno en la economía.
La política industrial se refiere a las acciones del Estado para intervenir directamente en la estructura productiva de un país. Estas medidas pueden orientarse tanto a empresas públicas como privadas, con el objetivo de elevar la productividad, fomentar el empleo y fortalecer el crecimiento económico. El Plan México se enmarca en esta lógica, pero con un enfoque actualizado y más realista frente al contexto actual.
Aunque el impulso estatal a sectores clave no es una novedad en el mundo, su revalorización reciente tiene antecedentes históricos importantes. Tras la Segunda Guerra Mundial, programas como el Plan Marshall y las políticas industriales japonesas guiaron la recuperación y el desarrollo a través de una fuerte dirección gubernamental. América Latina, incluyendo México, también adoptó modelos similares, como la industrialización por sustitución de importaciones, que buscaban reducir la dependencia externa mediante la producción nacional.
En el caso mexicano, el siglo XX fue testigo de la creación de empresas emblemáticas como Pemex, la CFE, y múltiples paraestatales que marcaron el rol central del Estado en sectores clave como energía, banca, transporte y siderurgia. No obstante, entre 1993 y 2018, este modelo fue reemplazado por una lógica de apertura comercial y atracción de inversión extranjera directa, donde el papel estatal se limitó a regular sin intervenir directamente.
Fue hasta 2018 que se empezó a cuestionar esta visión, aunque sin una propuesta estructurada. Ahora, con el Plan México, se establece una estrategia formal que incluye 13 metas y 18 programas orientados a la reindustrialización del país. Uno de los componentes más relevantes del plan son los Polos de Desarrollo Económico del Bienestar (PODEBIS), zonas que buscan concentrar actividad industrial para detonar el desarrollo regional. Estos polos recuerdan a las Zonas Económicas Especiales del sexenio de Peña Nieto, aunque con objetivos y requisitos distintos.
Lo distintivo del Plan México es su enfoque híbrido. Apuesta por una mayor inversión pública y una intervención estatal clara, sin rechazar los beneficios de la integración comercial con América del Norte. Al mismo tiempo, contempla incentivos para atraer empresas a regiones específicas, combinando elementos del libre comercio con herramientas propias de un Estado desarrollador.
Más allá del diseño, el reto fundamental del Plan México será su implementación. Tener una visión clara de política industrial es un paso importante, pero traducir esa visión en resultados concretos, sostenibles e inclusivos requerirá coordinación, capacidad institucional y compromiso de largo plazo. El regreso del Estado como actor económico ofrece una oportunidad, pero también exige prudencia y eficiencia para evitar errores del pasado.
Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en Entrepeneur Para leer la nota original, visita: Plan México: el regreso de la política industrial
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