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A lo largo del tiempo, en este espacio y específicamente durante el sexenio del hoy morador de Palenque, he señalado los diferentes errores que, a mi parecer, se han cometido en materia económica. Uno de los más graves fue el desprecio por aquellos que ostentan el capital necesario para la generación de empleos, que resultan en mayor liquidez para las personas, mayor consumo, y, por ende, en un crecimiento económico que permite iniciar el proceso de desarrollo.
Es claro que durante el sexenio anterior, el hijo predilecto de Macuspana no logró entender esta situación, y los resultados están a la vista: un crecimiento promedio de apenas 0.8%. Sin embargo, al igual que señalamos los aspectos negativos, también es importante reconocer cuando se toman pasos en la dirección correcta. En este sentido, me parece que una señal alentadora es lo sucedido con el denominado CEO Dialogue 2024, una cumbre empresarial entre México y Estados Unidos que busca acercar a la nueva administración, encabezada por Claudia Sheinbaum, a los grandes empresarios de ambos países.
Este tipo de acercamientos propicia un puente de diálogo crucial para futuras inversiones que puedan beneficiar al país. Después de todo, como hemos mencionado en múltiples ocasiones, la inversión es el punto de partida para cualquier proceso de crecimiento económico. Sin inversión no hay producción; sin producción no hay empleo; sin empleo no hay consumo, y sin consumo no hay crecimiento. Es así de simple.
No obstante, si bien este CEO Dialogue puede ser un buen inicio para la actual administración, la insistencia en seguir las líneas políticas del tabasqueño puede ser costosa. Esto lo sabe bien Marcelo Ebrard, el nuevo Secretario de Economía, quien en su rol anterior como canciller tuvo que maniobrar para cumplir los caprichos internacionales de López Obrador.
Hoy, el país tiene una nueva oportunidad de brillar. Incluso en el auge del nearshoring a nivel global, México no logró capitalizarlo del todo, ya que el 98% de la inversión extranjera directa correspondió a reinversiones de lo que ya existía, y solo un 2% se debió a nuevas inversiones. Este foro empresarial presenta la posibilidad de corregir el rumbo y atraer nuevas inversiones. Sin embargo, conviene recordar que un posible anuncio de inversión no siempre se traduce en una inversión real y tangible, como lo vimos en el caso de Tesla.
Es vital que la nueva administración no caiga en la tentación de cantar victoria anticipadamente, como lo hizo en su momento el hijo predilecto de Macuspana, cuando declaraba que éramos el destino de inversiones más atractivo a nivel mundial, algo que evidentemente no fue cierto. El reto es inmenso, y uno de los indicadores que nos puede ayudar a medir el nivel de confianza empresarial es el Índice de Confianza Empresarial (ICE).
Este indicador se construye a partir de la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial y refleja la percepción de los directivos de los sectores clave de la economía, como la manufactura, la construcción, el comercio y los servicios privados no financieros. En septiembre de 2024, en un contexto marcado por la incertidumbre política debido a la reforma judicial, los resultados no fueron alentadores. En comparación anual, la confianza en la industria manufacturera cayó 1.1 puntos porcentuales, en el comercio 1.2 puntos, en servicios privados no financieros 2.1 puntos y en la construcción 3.2 puntos.
Cabe recordar que el ICE se mide en una escala de 0 a 100, donde valores por debajo de 50 indican desconfianza, y valores superiores, confianza. En septiembre, el indicador global se ubicó en 50.9 puntos, una caída de 5.5 puntos respecto al año anterior. Esto sugiere una tendencia hacia la desconfianza, algo natural considerando las tensiones políticas actuales. Se espera que la reciente cumbre empresarial pueda mejorar este indicador, pero lo cierto es que se moverá en una línea muy delgada entre la confianza y la desconfianza.
Ojalá que los anuncios de inversión y el proceso de diálogo iniciado en esta cumbre rindan frutos, porque de lo contrario, corremos el riesgo de repetir los errores del sexenio anterior y acabar nuevamente con las manos vacías. Lo más importante es que la nueva administración entienda que para beneficiar a los que menos tienen, es crucial generar certeza jurídica y confianza en las instituciones. Lamentablemente, esto es algo que la 4T ha socavado en cada paso que ha dado.
Si el nuevo gobierno logra desmarcarse de las políticas de López Obrador, como algunos rumores indican, será un gran acierto. De lo contrario, no veremos un cambio sustancial en el rumbo económico del país.
Así, así los tiempos estelares del segundo piso, de la transformación de cuarta.