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¿Se puede aprender a emprender?

El concepto de cultura emprendedora es polifacético. Engloba tanto el impacto social y cultural de la formación emprendedora como los factores del entorno que influyen en su desarrollo.

Sociedades como la estadounidense, con una fuerte cultura de emprendimiento, valoran y promueven la capacidad del individuo para asumir riesgos, la paciencia ante los desafíos, la innovación para la resolución de problemas y la creatividad para tratar con situaciones de incertidumbre.

En España escasea el emprendimiento

El caso de España es particular en su entorno. Según el último informe del equipo Global Entrepreneurship Monitor, su tasa de actividad emprendedora (6,8 %) se encuentra muy por debajo de las de otras economías de su entorno como Italia (8,3 %), Francia (10,8 %), Reino Unido (11,8 %), Irlanda (12,5 %) o Portugal (12,5 %). Y muy por debajo de países con tradición emprendedora como EE UU (14,7 %), México (16,8 %) o Brasil (18,6 %).

Este índice, que mide todas las iniciativas emprendedoras de menos de tres años y medio de vida que existen en un país, nunca ha pasado del 7,6 %, valor que alcanzó en 2007, justo antes del comienzo de la gran recesión.

Cultura emprendedora

A lo largo de los años, diferentes estudios han ido promoviendo modelos para una mejor comprensión de las dimensiones culturales del emprendimiento con el fin de analizar los motivos que pueden provocar una mayor propensión a emprender en unos países que en otros. Así, por ejemplo, una sociedad en la que exista una menor aversión al riesgo por parte de su población será más proclive, en principio, a tener unos mejores valores de emprendimiento.

Sin embargo, las dimensiones culturales por sí solas no deben tenerse en cuenta. Es necesario observar el contexto cultural y económico de la sociedad, teniendo en cuenta, por ejemplo, que:

  • Según el pensamiento económico clásico, el miedo a emprender es más alto cuando la economía se encuentra en recesión, ya que es de esperar que haya menos oportunidades de negocio.

  • El Global Entrepreneurship Index ha demostrado cómo los países con contextos económicos más favorables tienden a tener un mejor desempeño en términos de emprendimiento real.

  • Hay estudios que señalan que es mucho más probable que se atreva a ser emprendedora una persona cuyos padres, amigos o vecinos también lo son, lo han sido o le animan a que lo sea. Esto se debe, en parte, a que el 80 % de las veces que alguien se anima a emprender las fuentes de financiación están constituidas por estos actores.

¿Qué se necesita tener para emprender?

Las personas que emprenden comparten una serie de características y atributos que generan en ellas lo que algunos académicos y profesionales llaman el espíritu emprendedor. Entre estas particularidades se distinguen los rasgos de personalidad y las diferentes motivaciones.

En lo referente a la personalidad, se les asocia a una identidad orientada a aceptar desafíos y lograr resultados. Son personas curiosas, con una fuerte capacidad de automotivación, a las que les interesa más el trabajo en beneficio propio que el reconocimiento externo. Además, tienen mayor necesidad de autonomía y buscan mejores formas de hacer las cosas.

En cuanto a las motivaciones, se pueden distinguir principalmente dos:

  1. Las ligadas a la recompensa: marcar una diferencia en el mundo, ganarse la vida porque el trabajo escasea, tener la posibilidad de obtener mejores ingresos u otros incentivos económicos.

  2. Las ligadas a objetivos profesionales y experiencias pasadas: continuar con la tradición familiar, deseos de ser su propio jefe.

El emprendedor ¿nace o se hace?

Muchos son los profesionales que hacen una excelente labor trabajando por cuenta ajena pero que sentirían vértigo si tuvieran que emprender su propio negocio.

Tener espíritu emprendedor implica reducir o apartar de las emociones o preocupaciones comunes el miedo al fracaso. Este miedo es la reacción natural de cualquier persona ante la incertidumbre, el riesgo asociado con la toma de decisiones y la búsqueda de metas.

Mientras algunos autores sostienen que el contexto, así como las experiencias y el aprendizaje, desempeñan un papel importante en la formación de los emprendedores, otros hacen hincapié en la influencia de los rasgos de personalidad, sugiriendo una mayor inclinación hacia una perspectiva de nacimiento.

Talento de emprendedor

A pesar de las opiniones divergentes, está claro que una combinación de características innatas y factores ambientales contribuyen al desarrollo de emprendedores de éxito, pero el camino siempre será más fácil para aquellos individuos con una clara vocación hacia el emprendimiento.

Al igual que nadie se puede convertir en atleta olímpico si no posee el talento necesario, el emprendimiento requiere una combinación única de habilidades y disposiciones que no todos comparten de forma natural. Sin embargo, esto no significa que el esfuerzo y el sacrificio no sean también fundamentales en el campo del emprendimiento para alcanzar el éxito.The Conversation

Javier Bouzas Arufe, Profesor, Emprendedor e Investigador en economía y empresa, Universidade de Santiago de Compostela

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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