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Una década de Trump: cómo cambió la política de EE. UU. para siempre

Diez años después de lanzar su primera campaña presidencial, Donald Trump no solo ganó dos elecciones, sino que transformó profundamente al Partido Republicano, la democracia estadounidense y el equilibrio institucional del país.

Han pasado ya diez años desde que Donald Trump bajó por la dorada escalera mecánica de su torre en Nueva York para anunciar su candidatura presidencial. En ese momento, muchos lo vieron como una anécdota mediática más. Pero con el paso del tiempo, Trump no solo conquistó la presidencia de Estados Unidos, sino que redibujó los contornos de la política nacional como ningún otro líder reciente.

Uno de los cambios más evidentes ha sido la transformación del Partido Republicano. El legado de Ronald Reagan, basado en el libre comercio, el intervencionismo global y la defensa de valores morales, ha sido desplazado por una agenda nacionalista, aislacionista y pragmática. Trump ha convertido al partido en una plataforma personalista, donde la lealtad a su figura pesa más que la tradición ideológica.

El segundo gran impacto ha sido el trato de Trump con la verdad. Durante su primer mandato, registró más de 30,000 declaraciones falsas o engañosas. Sin embargo, lo alarmante no es solo la cantidad, sino la normalización de la mentira. Muchos votantes han dejado de ver la precisión factual como un requisito indispensable para el liderazgo político. Frases como “hechos alternativos” dejaron de ser parodias y pasaron a formar parte del debate público.

Junto a esto, Trump ha promovido y amplificado teorías conspirativas como ninguna figura presidencial antes que él. Desde la idea de que Barack Obama no nació en EE. UU., hasta acusaciones infundadas de fraude electoral masivo en 2020, estas narrativas han fortalecido su base, al tiempo que erosionan la confianza en las instituciones democráticas.

Los demócratas, por su parte, han sido incapaces de articular una respuesta contundente. La falta de liderazgo fresco, su dificultad para atraer votantes latinos y afroamericanos, y su imagen desgastada ante el electorado han dejado al partido en un estado de confusión estratégica, muchas veces jugando a la defensiva ante el estilo avasallador de Trump.

En cuanto al poder institucional, la era Trump marcó un debilitamiento del Congreso frente al Ejecutivo. Se ha hecho común que los legisladores eviten enfrentar al presidente por miedo a represalias políticas o a perder elecciones internas. Mientras tanto, Trump ha abusado del uso de decretos, minimizando la vía legislativa y desafiando el equilibrio de poderes.

Trump también ha alimentado un clima autoritario, donde se privilegia la voluntad del líder por encima de las normas democráticas. Encuestas revelan que muchos de sus seguidores estarían dispuestos a apoyar decisiones presidenciales aunque violen resoluciones judiciales. La centralización del poder se ha convertido en un rasgo aceptado –e incluso deseado– dentro de su base.

Finalmente, el aumento del miedo y la polarización ha marcado estos años. La violencia política ha dejado de ser impensable. Desde el asalto al Capitolio en 2021 hasta intentos de magnicidio, el país vive una tensión constante. Varios legisladores han admitido que temen por su seguridad si desafían públicamente a Trump.

Diez años después de aquel anuncio en la Trump Tower, es evidente que Trump no fue un fenómeno pasajero. Fue –y sigue siendo– un punto de inflexión en la historia política de Estados Unidos. Pase lo que pase en el futuro, su legado ya es irreversible.


Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en [CNN]. Para leer la nota original, visita: Las 10 formas más importantes en que Trump ha cambiado la política de EE.UU., 10 años después del anuncio de su candidatura | CNN

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