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¿Y mi dinero? El engaño mental que vacía tu cartera sin que lo notes

Cada vez más personas creen tener más dinero del que realmente poseen. La llamada “dismorfia financiera” afecta especialmente a los jóvenes y puede llevar al endeudamiento y a una mala salud económica.

¿Te ha pasado que compras un café antes de la quincena y, al revisar tu app del banco, descubres que tu saldo está mucho más bajo de lo que creías? Esa sensación de “me alcanza, pero no sé cómo ya no tengo nada” tiene nombre: dismorfia financiera.

Este fenómeno ocurre cuando la percepción que tenemos sobre nuestro dinero no coincide con la realidad. Es decir, pensamos que tenemos más (o menos) de lo que realmente hay en nuestra cuenta. Y aunque puede parecer algo menor, esta distorsión de la realidad puede traer serias consecuencias económicas, desde gastar más de lo que se gana hasta caer en deudas difíciles de pagar.

La dismorfia financiera afecta a todo tipo de personas, desde quienes nunca han ahorrado hasta los que son muy meticulosos con sus finanzas. Según expertos, en estos últimos el efecto puede tardar más en notarse, pero cuando llega, lo hace con fuerza. No discrimina por edad ni ingresos, aunque se ha observado con mayor frecuencia entre generaciones más jóvenes como la Z y la Alpha, y también entre millennials más recientes.

Carlos Alberto Bautista Pérez, profesor consultado por Milenio, explica que incluso personas mayores de 40 años son víctimas de esta distorsión, en parte porque siguen pensando en precios y sueldos de hace décadas. “Hay quienes siguen creyendo que los precios son como en los años 90 o 2000, y gastan como si su dinero tuviera el mismo valor que entonces”, explicó. La realidad, sin embargo, es que el poder adquisitivo ha disminuido con la inflación.

Este desfase se nota más cuando comparamos productos básicos. Por ejemplo, lo que antes costaba cinco pesos, hoy no alcanza ni para la mitad. Y si el salario no se ha ajustado al mismo ritmo que los precios, cada año se siente como si ganáramos menos. Esa sensación se intensifica cuando no existe una planeación financiera adecuada o cuando se cae en los llamados «gastos hormiga».

Los gastos hormiga —como cafés, antojos, suscripciones, y otros gustos cotidianos— pueden parecer inofensivos, pero al acumularse afectan de forma considerable. La falta de control en este tipo de consumos, combinada con el mal uso del crédito, es una de las principales causas de endeudamiento juvenil. De hecho, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, el porcentaje de personas con tarjeta de crédito creció del 10.5% al 15.7% entre 2021 y 2024, siendo los jóvenes los más propensos a caer en este tipo de deuda.

Para enfrentar este problema, especialistas recomiendan adoptar estrategias básicas de administración del dinero. Algunas reglas populares son el 70-30 (70% necesidades y 30% gustos), o la 50-30-20 (50% a lo esencial, 30% a lo personal, 20% al ahorro). También es clave destinar al menos el 10% del ingreso mensual al ahorro. Pero más allá de los porcentajes, el verdadero cambio está en la conciencia: entender que el dinero no es eterno ni ilimitado, y que administrarlo bien es una herramienta de libertad.

En resumen, la dismorfia financiera no es sólo un concepto de moda. Es una alerta de que necesitamos ver nuestras finanzas con más claridad y realismo. Porque al final, no se trata de no gastar, sino de gastar con inteligencia para que no te pase otra vez eso de: “¡Creí que tenía más dinero!”.

Consulta la nota original en: Dismorfia financiera: ¿Qué es y por qué nunca te alcanza el dinero?- Grupo Milenio

El contenido ha sido parafraseado con el propósito de informar. Todos los derechos del texto original pertenecen a Milenio y a su autor.

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