La economía mexicana muestra signos de debilitamiento en el inicio de 2024, una situación que ha llevado a Banco Base a ajustar sus proyecciones de crecimiento del PIB a 1.6%, marcando una de las estimaciones más conservadoras en el ámbito financiero. Este ajuste refleja una desaceleración notable frente a las expectativas previas de un crecimiento de 2.5%, y se sitúa considerablemente por debajo de las proyecciones gubernamentales y del FMI.
La tendencia a la baja, que se arrastra desde el último trimestre de 2023, se ve confirmada por la contracción mensual de 0.63% en el IGAE de enero, señalando el peor inicio de año desde el impacto inicial de la pandemia en 2020. Esta secuencia de contracciones mensuales, no vista desde 2021, plantea preocupaciones significativas sobre la fortaleza de la economía mexicana en un año marcado por las elecciones.
El análisis de Banco Base destaca además una retracción en el consumo y la inversión, pilares fundamentales de la actividad económica. El consumo privado, en particular, registró su mayor caída mensual desde 2023 y evidencia una desaceleración pronunciada a nivel anual, marcando el avance más débil desde la recesión de febrero de 2021. Por otro lado, la inversión fija bruta se ha estancado desde septiembre de 2023, acumulando una contracción que subraya la cautela del sector empresarial.
Este panorama, especialmente preocupante en un contexto electoral que tradicionalmente impulsa la economía, sugiere un año desafiante para México. Históricamente, los años electorales presidenciales han sido sinónimo de un mayor dinamismo económico, pero el 2024 parece desviarse de esta tendencia, lo que podría tener implicaciones significativas para la política económica y el clima de inversión en el país.
Con información de El Economista | Nota original