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Alberto Amaro: la voz del periodismo mexicano en el exilio

Desde el exilio en España, el periodista Alberto Amaro Jordán continúa informando sobre la realidad mexicana, pese a las amenazas por sus investigaciones sobre corrupción y violencia.

Alberto Amaro Jordán, periodista originario de México, se ha convertido en un símbolo de resistencia informativa al continuar su labor desde el extranjero, específicamente en España, donde vive exiliado. Su decisión de salir del país fue motivada por amenazas que ponían en riesgo su vida, resultado de investigaciones que tocaron temas delicados como la corrupción política, el crimen organizado y los abusos de poder.

A pesar de estar lejos de su tierra natal, Amaro Jordán no ha dejado de ejercer el periodismo. Desde Europa, sigue denunciando las injusticias que persisten en México, particularmente las relacionadas con la impunidad en torno a los asesinatos de periodistas. Su trabajo busca mantener viva la memoria de quienes han sido silenciados por informar.

El comunicador ha reiterado que su compromiso con la verdad es inquebrantable, y que el exilio no representa un retiro, sino una nueva trinchera desde donde puede seguir defendiendo la libertad de expresión. Sus publicaciones actuales sirven como puente entre la comunidad internacional y las realidades que viven los periodistas en México.

Alberto Amaro ha alzado la voz en foros y entrevistas para denunciar que el ejercicio del periodismo en su país es cada vez más peligroso, y que el Estado ha sido insuficiente en garantizar la seguridad de quienes se dedican a esta labor. Por ello, su presencia en el extranjero también busca presionar a las autoridades mexicanas desde el plano internacional.

Su caso pone en evidencia las condiciones extremas que enfrentan muchos periodistas en México, donde la censura no solo se ejerce con leyes o amenazas, sino también con violencia letal. Amaro Jordán representa a muchos que no pudieron escapar o que pagaron con su vida el precio de decir la verdad.

Para él, cada palabra escrita es un acto de resistencia y cada denuncia una forma de honrar la memoria de sus colegas caídos. Su historia es un recordatorio de que, incluso desde el exilio, el periodismo puede seguir cumpliendo su deber social: informar, cuestionar y defender la verdad.


Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en RTVE. Para leer la nota original, visita el enlace.
El contenido ha sido parafraseado con el propósito de informar. Todos los derechos del texto pertenecen a su medio original.

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