Las empresas que buscan expandirse globalmente enfrentan hoy un panorama mucho más desafiante que en el pasado. No solo deben lidiar con diferencias culturales y normativas entre países, sino también con un escenario internacional cada vez más inestable, marcado por políticas proteccionistas, populismo y una creciente incertidumbre económica.
Este contexto fue abordado en el Global Business Complexity Index 2025, elaborado por la firma TMF Group. En su edición número 12, el informe analiza los retos administrativos y regulatorios que enfrentan las compañías al operar en 79 países, que en conjunto representan el 94% del PIB global y el 95% del flujo de inversión extranjera directa. Entre los principales hallazgos, destaca que México ha escalado del cuarto al tercer lugar entre los países más complejos para hacer negocios.
La complejidad evaluada se refiere principalmente a las trabas burocráticas y exigencias regulatorias que dificultan la operación diaria de las empresas. Estas condiciones no solo encarecen el hacer negocios, sino que desincentivan la llegada de proyectos productivos, generando efectos negativos tanto para las empresas como para las economías locales. Se trata de un fenómeno de «perder-perder», donde la excesiva carga administrativa impide un desarrollo económico más ágil y competitivo.
El reporte también destaca que uno de los principales riesgos cuantitativos actuales es la incertidumbre. Las disputas comerciales, particularmente entre Estados Unidos y China, siguen sin una solución duradera. Los aranceles y medidas de represalia cambian frecuentemente, lo que dificulta la planificación a largo plazo para las empresas que operan en varios países. Incluso si se alcanzan acuerdos bilaterales, la falta de previsibilidad en las reglas del juego sigue siendo un obstáculo mayor.
La economía global ha tenido que evolucionar rápidamente desde la era de la “Globalización 1.0”, basada en gran medida en la producción en China. Las tensiones comerciales, el aumento en los costos de manufactura en ese país, la pandemia y bloqueos como el del Canal de Suez han llevado al surgimiento del modelo «China+1», en el cual países como México y Vietnam juegan un papel clave como alternativas en las cadenas de suministro.
Hoy se habla de una “Globalización 3.0”, donde la diversificación en las cadenas productivas es indispensable. Las empresas buscan reducir la dependencia de un solo país o región, aunque esto implique mayores costos logísticos y operativos. La lógica es clara: es mejor asumir costos de diversificación que quedar excluidos por barreras comerciales o crisis logísticas.
A pesar de su alta complejidad regulatoria, México se mantiene como un destino atractivo gracias al fenómeno del nearshoring, que lo posiciona como una plataforma estratégica para abastecer tanto al mercado norteamericano como al latinoamericano. No obstante, el país debe atender urgentemente sus deficiencias en materia de facilitación comercial y simplificación administrativa si desea capitalizar plenamente esta oportunidad.
En un entorno tan convulso como el actual, los expertos llaman a dejar de pensar en el corto plazo político y comenzar a trabajar por un entorno más propicio para las inversiones a largo plazo. La tarea, insisten, es modernizar las estructuras regulatorias para que México pueda ser competitivo y atraer capitales de calidad que impulsen el desarrollo sostenible.
Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en La Jornada. Para leer la nota original, visita: Retos de las empresas globales – El Financiero
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