A lo largo de 2024, diversas instituciones financieras y organismos internacionales han ajustado hacia abajo sus previsiones de crecimiento económico para México, contrastando con las expectativas más optimistas del gobierno, que pronostica un crecimiento entre 2.5% y 3.5%. Este ajuste refleja una anticipación de desaceleración, particularmente influenciada por la situación económica de Estados Unidos, donde se prevé una ralentización ligada a altas tasas de interés y el agotamiento de ahorros acumulados durante la pandemia.
Este panorama sugiere que, al menos en la primera mitad del año, la inversión pública será un pilar fundamental para el crecimiento económico de México, aunque se espera que este impulso se modere hacia la segunda mitad del año una vez que concluyan proyectos de infraestructura clave como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico. Además, se espera que el adelanto de transferencias de algunos programas sociales ayude a evitar contracciones en el gasto privado, manteniendo cierto dinamismo en el sector servicios.
En este contexto, Fitch Ratings ha revisado a la baja su proyección de crecimiento para México, pasando de un 2.4% previsto en diciembre a un 2.2%, citando el debilitamiento de la economía interna y una moderación en la actividad económica en los principales sectores del PIB. Esta revisión coloca las expectativas de crecimiento por debajo de las de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de las proyecciones mínimas del gobierno mexicano.
Para 2025, la desaceleración se espera que continúe, influenciada tanto por la moderación en la actividad económica de Estados Unidos como por una política fiscal interna menos expansiva en México. Aun así, se anticipa un crecimiento sólido en la inversión, aunque con una marcada desaceleración comparada con el año anterior.
La inflación, por su parte, se espera que se modere al 4% hacia el final del año, impulsada en parte por el aumento del gasto interno derivado de incrementos en el salario mínimo y la distribución de programas sociales.
Las proyecciones para la economía de Estados Unidos también anticipan una desaceleración, con un crecimiento previsto del PIB de 2.1% para 2024, reflejando el fin del impulso fiscal y los efectos retardados de la restricción monetaria. Esta desaceleración en Estados Unidos es vista como un riesgo clave para México, dado el fuerte vínculo comercial y de remesas entre ambos países.
A pesar de estas perspectivas de moderación, se espera que México continúe creciendo por encima del promedio regional en América Latina, apoyado por el aumento del salario mínimo, la atracción de inversiones debido a la relocalización de manufacturas y un mayor gasto público en el contexto electoral. No obstante, la economía mexicana enfrenta desafíos significativos, incluyendo la necesidad de equilibrar el crecimiento con la estabilidad macroeconómica y la gestión de riesgos externos, especialmente aquellos relacionados con su vecino del norte.
Con información de El Economista | Nota original