Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), advirtió el 22 de enero que si los mercados financieros anticipan una relajación monetaria más rápida de lo justificado, podrían desencadenar una disminución prematura en las tasas de interés, lo que podría avivar las presiones inflacionarias. Carstens hizo estas declaraciones durante una reunión de la Sociedad Económica y Estadística de Basilea el lunes.
Además de señalar los riesgos inflacionarios, Carstens destacó la posibilidad de que la actual fase de crecimiento débil persista o incluso se intensifique, teniendo en cuenta que la política monetaria opera con ciertos retardos. También señaló que la presión alcista sobre los precios podría resurgir si las tensiones geopolíticas aumentan, afectando negativamente a los mercados de materias primas y los flujos comerciales mundiales.
Carstens expresó su sorpresa por la resistencia de la economía en los últimos dos años, a pesar del mayor y más sincronizado endurecimiento de la política monetaria mundial en décadas. Actualmente, se vislumbra el final de esta postura restrictiva, ya que Carstens sugiere que las tasas podrían haber alcanzado su punto máximo.
El exgobernador del Banco de México destacó que los efectos de la subida de los tipos de interés aún no se han sentido completamente y podrían ser mayores de lo anticipado, especialmente en términos de los canales de amplificación financiera, que son difíciles de predecir. A pesar de esto, la actividad económica se ha mantenido sorprendentemente resistente, lo que refuerza la confianza en la posibilidad de un aterrizaje suave.
Carstens admitió que la lucha contra la inflación ha tenido un costo reducido en términos de menor crecimiento del PIB o mayor desempleo. Hizo hincapié en que, a principios de 2023, las economías avanzadas tenían una inflación media del 7.5%, que actualmente ha descendido al 3.2%. En cuanto a los mercados emergentes, a excepción de algunos casos atípicos, la inflación cayó del 8.1% al 4.1% en el mismo periodo.
Estos cambios se atribuyen a la disminución de los precios de las materias primas tras las rápidas subidas de 2022 y a la normalización de las cadenas de suministro después de la pandemia, según Carstens. Finalmente, proyectó que los próximos seis a nueve meses se caracterizarán por una reducción continua de la inflación, un crecimiento moderado pero estable, un debilitamiento moderado del mercado laboral y un repunte gradual del crecimiento de la productividad, con la inflación volviendo al objetivo y las tasas de crecimiento convergiendo hacia el potencial.
Con información de El Financiero | Nota original