Este domingo, Austria celebrará elecciones generales en un contexto económico frágil, marcado por ocho trimestres consecutivos sin un crecimiento destacable. En el segundo trimestre del año, el PIB cayó un 0,6% interanual, con una notable contracción en la industria (-3,9%) y el comercio (-2,3%). Gabriel Felbermayr, director del Instituto Austríaco de Investigación Económica (WIFO), señaló que, aunque la situación no es catastrófica, se trata de la recesión más prolongada desde 1946.
Las encuestas prevén una victoria del ultranacionalista FPÖ con el 27% de los votos, seguido por el conservador Partido Popular y el socialdemócrata SPÖ. Felbermayr advierte que el próximo gobierno deberá enfrentar un «encuentro con la realidad», impulsando reformas que incentiven el empleo a jornada completa, frenen las jubilaciones anticipadas y reviertan la tendencia a reducir las horas trabajadas, que actualmente es un 4% menor que en 2019.
Uno de los mayores retos es la necesidad de inmigración cualificada. Aunque el FPÖ ha dominado la campaña con un mensaje antiinmigración, Felbermayr subraya que Austria requerirá una «afluencia masiva» de inmigrantes capacitados para sostener su economía a largo plazo.