El reciente apagón masivo que afectó a varias partes del país el pasado martes ha resaltado una serie de factores que, según los analistas, podrían haber sido anticipados y en parte evitados. Aunque el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) atribuyó principalmente estos cortes a la salida de varias centrales de operación, los expertos señalan que se trata de una combinación de eventos interrelacionados.
Según Paul Sánchez, analista del sector, «Lo que ocurrió fue una serie de eventos que se combinaron y obligaron a ajustar la carga [realizando cortes de luz en algunas zonas]. Son una serie de incidentes que generalmente ocurren de forma aislada, pero que en esta ocasión se unieron y generaron una interrupción que afectó el equilibrio entre oferta y demanda. Y hay dos grandes explicaciones, una es climática y la otra es de infraestructura».
El aumento significativo en la demanda de energía eléctrica, agravado por olas de calor récord, ha ejercido una presión sin precedentes sobre un sistema eléctrico nacional que lucha por mantenerse operativo. La Ciudad de México, por ejemplo, registró temperaturas superiores a los 33 grados Celsius el martes pasado, evidenciando la incapacidad del sistema para satisfacer la creciente demanda de los usuarios.
Los datos oficiales del Programa Nacional de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional revelan una disparidad preocupante: mientras que la demanda eléctrica ha aumentado alrededor del 10% en 2023, la generación eléctrica solo ha crecido un 1%. Esta brecha entre oferta y demanda se espera que persista en los próximos años, agravada por fenómenos como el nearshoring, que está llevando a la relocalización de cadenas de suministro y la llegada de nuevas industrias al país.
Casiopea Ramírez, analista del sector y fundadora de la consultora Fresh Energy, señala: «El año pasado ya teníamos indicios de que la capacidad de generación existente no era suficiente para satisfacer esta demanda, y ya se pronosticaba que estos años y los siguientes serían bastante calurosos, lo que provocaría un aumento en la demanda. Esta aumenta debido al clima, pero también debido al nearshoring. A mayor crecimiento económico, mayor demanda eléctrica, y por lo tanto, necesitamos más plantas para generar esa energía».
La política energética del gobierno, centrada en la consolidación del control estatal sobre la generación eléctrica, ha contribuido significativamente a la crisis actual. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha obstaculizado el ingreso de actores privados al sector y ha retrasado la entrada en operación de nuevas plantas, mientras que los proyectos de infraestructura de transmisión y distribución han quedado en el limbo.
La dependencia creciente de las centrales hidroeléctricas, en un intento por aumentar la generación de energía limpia, ha sido contraproducente en un contexto de sequías persistentes que han reducido los niveles de agua en las presas. Esta falta de previsión y adaptación ante los cambios climáticos ha dejado al sistema eléctrico desprovisto de los recursos necesarios para cubrir los picos de demanda.
A menos que se tomen medidas urgentes para abordar estas deficiencias estructurales, los apagones podrían convertirse en una realidad cada vez más frecuente para el país.
Con información de Expansión | Nota original