La administración de Donald Trump ha adoptado una postura más agresiva en su estrategia para contrarrestar el avance global de China en países como México y Panamá. Sin embargo, expertos advierten que estas medidas podrían facilitar, en lugar de frenar, la creciente presencia de la República Popular China (RPC) en América Latina.
Uno de los efectos más notables es el aumento de las exportaciones de la región hacia China. Los aranceles impuestos por Estados Unidos han llevado a la RPC a buscar proveedores alternativos en América Latina, fortaleciendo sus lazos comerciales con Brasil, Argentina y Uruguay en sectores como la agricultura y los minerales estratégicos.
Además, el endurecimiento de las políticas estadounidenses ha generado resentimiento en la región, lo que podría debilitar su atractivo como socio estratégico. El cierre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha enviado un mensaje ambiguo sobre el compromiso del país con América Latina, mientras que la creciente percepción de que EE.UU. solo prioriza sus propios intereses podría beneficiar la narrativa china.
El retiro de Estados Unidos de foros multilaterales también ha abierto oportunidades para China. La RPC ha incrementado su participación en organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y ha buscado consolidar su influencia en la elección del próximo Secretario General, lo que podría afectar los intereses estadounidenses en la región.
Asimismo, las medidas de la administración Trump podrían incrementar los riesgos de espionaje por parte de China. La política migratoria más estricta y las restricciones comerciales pueden generar descontento entre funcionarios y empresarios, facilitando la labor de las redes de inteligencia chinas en la región.
El endurecimiento de las relaciones con gobiernos de izquierda en América Latina podría motivar a estos países a buscar una mayor cooperación con China en materia de seguridad y defensa. Países como Colombia y Venezuela han mostrado interés en establecer acuerdos estratégicos con la RPC, en respuesta a las acciones de Washington.
Por último, la retórica anti-China de la administración Trump y sus medidas económicas podrían impactar el panorama político en la región. En países como Ecuador y Honduras, la creciente desaprobación hacia la postura estadounidense podría favorecer a líderes políticos con una visión más alineada con la RPC, aumentando su influencia en el hemisferio occidental.
En este contexto, expertos recomiendan que la administración de EE.UU. evalúe cuidadosamente las consecuencias no deseadas de su estrategia para contener a China en América Latina. Un enfoque más equilibrado y de cooperación podría ser clave para evitar que la región se incline aún más hacia la órbita de Beijing.
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