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Ética empresarial: el valor que va más allá del cumplimiento

Cada vez más empresas descubren que actuar con integridad no solo mejora su reputación, sino también su rentabilidad. La ética corporativa se convierte en una ventaja competitiva real.

En un contexto donde la transparencia y la aplicación efectiva de las leyes anticorrupción parecen estar disminuyendo, se vuelve más evidente distinguir entre las empresas que realmente adoptan una cultura de integridad y aquellas que simplemente cumplen con lo que dicta la ley. Esta diferencia se refleja en la estabilidad de los programas: mientras que los de cumplimiento cambian con cada reforma legal, los de integridad, basados en valores sólidos, permanecen firmes, independientemente del entorno normativo.

Las compañías que apuestan por una cultura ética no lo hacen únicamente por una obligación moral, sino porque han identificado que fomentar valores éticos dentro y fuera de su organización genera beneficios concretos. Estas empresas invierten en el bienestar de su gente en lugar de gastar en estrategias legales reactivas, lo que se traduce en eficiencia de recursos, innovación y crecimiento económico sostenible.

Hoy más que nunca, el cumplimiento legal ya no es suficiente. Operar bajo el marco de la ley no garantiza que una empresa sea ética. La ética empresarial implica actuar correctamente incluso cuando no hay una norma que lo exija. Mientras el cumplimiento se basa en seguir las reglas, la ética se centra en hacer lo correcto. Ambos son necesarios, pero la ética es el factor que impulsa la transformación profunda en la cultura corporativa.

Fomentar una cultura ética permite a las organizaciones ganar el respeto de sus colaboradores, clientes y sociedad en general. Además, contribuye a una mejor toma de decisiones en situaciones de riesgo, ya que los principios éticos sirven como guía frente a dilemas empresariales. Esto se traduce en reducción de gastos, prevención de errores costosos y mejora en la reputación corporativa.

Las empresas que gozan de una sólida reputación ética disfrutan de múltiples ventajas. En primer lugar, atraen y retienen al mejor talento gracias al llamado employee branding: todos quieren trabajar en una empresa reconocida por sus buenas prácticas. Además, estas compañías suelen tener un mayor valor de mercado, ya que la confianza genera crecimiento económico sostenido.

Otra ventaja es que fortalecen el valor de su marca. La reputación ética diferencia a la empresa de su competencia y genera lealtad entre los clientes. Este capital simbólico incrementa el valor percibido de los productos o servicios, ya que los consumidores están dispuestos a pagar más por marcas que consideran confiables y responsables.

Por último, un programa de ética y cumplimiento bien estructurado previene problemas legales y financieros graves. Las sanciones por malas prácticas pueden ser millonarias, además de afectar la moral interna y provocar la pérdida de confianza del consumidor. La ética, por tanto, no es solo una estrategia de reputación, sino también una medida preventiva que protege la viabilidad del negocio.

Para apoyar a las empresas en este camino, existen herramientas como el ranking Empresas+Éticas® (E+E), que permite evaluar de manera gratuita el nivel de integridad corporativa. A través de este diagnóstico, las organizaciones pueden identificar áreas de mejora y fortalecer sus buenas prácticas, beneficiando a todos sus grupos de interés: colaboradores, clientes, proveedores, comunidad y hasta sus propios competidores. Porque ser ético no solo es lo correcto, también es lo más inteligente.

Este artículo ha sido elaborado a partir de información publicada en EL FINANCIERO. Para leer la nota original, visita: La autorregulación de las empresas en tiempos de incertidumbre legal

El contenido ha sido parafraseado con el propósito de informar. Todos los derechos del texto original pertenecen a EL Economista y a su autor.

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