El peso mexicano ha sufrido un nuevo golpe en los mercados internacionales. Los contratos a favor de la moneda en el Chicago Mercantile Exchange (CME) han experimentado una fuerte disminución, lo que refleja una creciente desconfianza de los inversionistas. Esta situación se ha visto agravada por la incertidumbre política en México, marcada por propuestas de reformas constitucionales que generan preocupación entre los inversionistas extranjeros.
Las reformas propuestas, como la que busca eliminar organismos autónomos y la que modifica el Poder Judicial, han generado inquietud sobre el rumbo económico y político del país. Estas iniciativas han sido vistas como un riesgo para la inversión y la estabilidad institucional, lo que ha llevado a que algunas de las principales firmas de inversión internacionales revisen a la baja sus perspectivas sobre México.
Además de la incertidumbre política, otros factores como la desaceleración económica y la inflación han contribuido a debilitar al peso. Los datos económicos recientes han mostrado una economía mexicana que crece a un ritmo más lento de lo esperado, lo que ha generado preocupaciones sobre la capacidad del país para atraer inversión extranjera.
La política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos también ha influido en el comportamiento del peso. Aunque la expectativa de recortes en las tasas de interés ha brindado cierto apoyo a la moneda mexicana, la incertidumbre sobre el ritmo y la magnitud de estos recortes ha limitado sus efectos positivos.
En resumen, el peso mexicano enfrenta un panorama desafiante, marcado por la incertidumbre política, la desaceleración económica y los desafíos globales. La pérdida de confianza de los inversionistas y la revisión a la baja de las perspectivas económicas para México han presionado a la baja a la moneda nacional.
