El Plan México, impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum para reactivar la economía, ha generado posturas encontradas entre analistas y autoridades. Mientras el gobierno asegura que la estrategia ya está dando resultados positivos, algunos economistas advierten que su impacto será limitado, al menos en el corto plazo.
Julio Ruiz, economista en jefe de Citi México, señaló que el país enfrenta un escenario complicado. México ha caído en recesión técnica tras registrar dos trimestres consecutivos de contracción económica. A ello se suman los pronósticos poco alentadores: el Banco Mundial estima un crecimiento del 0% para 2025, y el Fondo Monetario Internacional anticipa una caída del 0.3% del PIB.
Pese a que Ruiz reconoce que el Plan México tiene una dirección adecuada —al buscar fortalecer proyectos de infraestructura, acercarse al sector privado y reducir las importaciones—, advierte que no se verá un impacto inmediato. Según el economista, el presupuesto público actual es limitado y las medidas para sustituir importaciones tardarán tiempo en reflejarse en el crecimiento.
En contraste, la presidenta Sheinbaum rechazó el pronóstico del FMI y aseguró que la Secretaría de Hacienda trabaja con modelos distintos, que sí proyectan una mejora económica gracias al plan gubernamental. El discurso oficial sostiene que el país puede reactivar su economía sin depender de estimaciones externas.
Durante una conferencia reciente, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, defendió con firmeza el Plan México, afirmando que su implementación anticipada fue una decisión estratégica. Además, presentó la iniciativa “Portafolio para la Prosperidad Compartida”, con la que el gobierno busca canalizar inversión privada a proyectos clave con alto impacto económico y generación de empleo.
A la fecha, dicho portafolio incluye cerca de 2 mil proyectos equivalentes al 16% del PIB, sin cancelaciones por parte del sector privado. Las áreas más beneficiadas han sido manufactura, energía y minería. Ebrard aseguró que México fue el primero en prepararse ante los efectos de la guerra arancelaria, lo que dará una ventaja competitiva en la región.
Finalmente, como parte del Plan México, se anunció un arancel general del 35% a productos textiles importados a precios muy por debajo del valor nacional. La medida no se dirige a un país específico, pero busca fortalecer la industria textil mexicana frente a la competencia desleal.
Así, el Plan México avanza entre señales mixtas: optimismo oficial, cautela de los analistas y un entorno económico desafiante.
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